En marzo de 2007 se aprobaron todos los documentos básicos del Código Técnico de la Edificación (CTE), el conjunto de normas que rigen la edificación en España. ¿He dicho todos? Pues todos no: un irreductible documento se quedó en el tintero mientras los diversos agentes implicados discutían sobre sus repercusiones, viabilidad, costes y moratorias de implantación. Pero, ¿qué tenía este texto que causara tantas discrepancias, como para que los demás documentos se pusieran a comer sin esperarle? ¿Qué se escondía tras el DB-HR, Documento Básico de Protección contra el Ruido, para que no se aprobara hasta siete meses después que el resto?
Ni más ni menos que la mayor revolución en la acústica de la edificación en la historia de España: se trataba de una norma con la descabellada idea de que había que demostrar que los edificios la cumplen. ¿Obviedad? Pues no tanto, puesto que para justificar el cumplimiento de la norma en vigor hasta el momento, la NBE-CA-88, sólo hacía falta afirmar en un papelito «oye, que el edificio cumple».
Para cumplir la NBE-CA-88, los arquitectos tan sólo tenían que rellenar una ficha en la que se indicaban las sumas de los aislamientos de los materiales usados (datos del fabricante), y si la suma superaba los 45dBA en la separación entre viviendas, el edificio cumplía. Esto no tenía en cuenta si los datos de los materiales eran fiables, si habían sido instalados de forma chapucera, si había rozas para cableado, transmisiones estructurales, etc, etc. Con esta norma, una vivienda cumplía si su aislamiento teórico era de 45dBA, aunque su aislamiento real fuera de 40dBA.
Pero el enfoque con el CTE es completamente distinto, el DB-HR está orientado a las prestaciones. Para empezar, el límite no sólo pasa de unos insuficientes 45dBA entre viviendas a unos algo más razonables 50dBA. Pero sobre todo, la novedad es que no busca fijar un valor de aislamiento, sino un nivel de ruido recibido en la vivienda que no supere un límite. De esta forma, viviendas junto a autovías requieren aislamientos mayores que las que están en zonas menos ruidosas para obtener un mismo confort interior.
Esto supone, por tanto, un quebradero de cabeza a los arquitectos, puesto que ahora se ven en la necesidad de cambiar por completo su esquema de trabajo. Para cada caso, deberán conocer los niveles de ruido en el entorno, y diseñar soluciones de aislamientos adaptadas a cada necesidad. A poco se piense sobre el tema, se entiende que el nuevo enfoque es más conveniente de cara al usuario final, que es el que va a vivir en el edificio resultante. Aunque también se entiende que muchos de los agentes implicados hayan puesto más que reparos, sobre todo alegando subidas de coste.
Como puntilla, el DB-HR sí permite que se compruebe al final de la obra que las viviendas estén bien aisladas, mediante ensayos acústicos in situ. De esta forma se garantiza que el aislamiento real es el exigido. Y si no se ha logrado el objetivo, pues la licencia de primera ocupación quedará condicionada a que se subsane el problema. Para el comprador final, es desde luego una garantía de tranquilidad, y seguro que a cambio acepta de buen grado un incremento razonable de coste.
En artículos sucesivos iré desgranado otras de las novedades del DB-HR del CTE, y de lo relacionado con los aislamientos acústicos y el ruido en general.
En CienLadrillos: Viviendas más aisladas contra el ruido para el 2008, El CSIC y el Ministerio de Vivienda juntos para mejorar el aislamiento acústico de los edificios