Las Agencias Inmobiliarias Capitulo 2 El imperio de los Camaleones.


El capitulo anterior le dedicamos al nacimiento y decadencia de las agencias “diplodocus”. Aquí explicaremos el esplendor de las agencias “camaleón“ e indicaremos las señales que muestran que está próxima la decadencia lo que da lugar a continuar la evolución con nuevas especies especializadas en apoderarse de nuevos nichos de mercado aparecidos como consecuencia de los cambios producidos..

Para quien no tenga ni idea de lo que estoy hablando, le recomiendo que lea el Cápítulo 1 de esta serie. Pero si le da pereza, haré un resumen telegráfico. Agencias “diplodocus” eran, (ya no existen), inmobiliarias gigantescas que trabajaban en base a exclusivas de venta. Por contra, las agencias “camaleón“, son pequeñas y trabajan sin exclusiva y un poco a salto de mata. Las llamo “camaleón” por ser del mismo “filum” que el “diplodocus”, pero adaptados al mundo actual, de reducido tamaño y siendo todas iguales, parecen diferentes por tener distintos colores según la franquicia a la que pertenecen.

Retomando la historia donde la dejamos, explicamos la desaparición de los “diplodocus” de una forma un tanto esquemática. Como es lógico, los diplodocus antes de morir lucharon y patearon con todas sus fuerzas y simplemente perdieron la lucha contra los camaleones, no porque no lucharan, sino porque el clima había cambiado y ya el habitat no les era propicio.

Patronales, liberales “ma non troppo”

Las patronales españolas, (supongo que las de todo el mundo), declaran su fe en el liberalismo económico y reaccionan con cólera, cuando el Estado intenta regular cualquier mínimo aspecto que afecte su negocio. Curiosamente, su fe en el liberalismo, dura lo que duran las épocas de bonanza, pues llegadas las vacas flacas, solicitan árnica a Papá Estado, aunque sea a base de tomar medidas claramente antiliberales, como cerrar el paso a la competencia, y solicitar leyes discriminatorias que les permita subsistir a golpe de Orden Ministerial en un mercado adverso, que les está diciendo a gritos que cambien sus métodos de trabajo o cesen en su actividad.

Así, hemos visto pedir ayudas en España a muchas gremiales, las mineras, los astilleros, el automóvil, al pequeño comercio etc. etc., por no hablar de las que más ruido (lógicamente) hacen, la industria de la música, que piándolas con fuerza, han conseguido un injusto canon que las permitirá, (de momento), subsistir a espaldas de su público.

La agonía de los “diplodocus”

Las agencias inmobiliarias no iba a ser diferente, cuando comenzaron a aparecer pequeñas agencias, las grandes formaron un colegio profesional, las API o Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, organización creada para velar por sus intereses. Naturalmente una sus primeras acciones fue tratar de cerrar el acceso a quien quisiera abrir nuevos chiringuito inmobiliarios. ¿Como? – Exigiendo que quien abriera el chiringuito fuera una persona perteneciente a la API.

¿Y quien pertenecía a la API? – Pues naturalmente, todo los socios fundadores, no faltaba más, y aquellos que ellos dictaminaran que estaban preparado para actuar como API, Se inventan un título, controlado por las API, concedido previo aprobado de un examen de aptitud, que se convoca de vez en cuando, con el que ellos aprueban a quien consideran que pueden abrir tienda. No hay que decir que esta es una actitud claramente defensiva y algo a la desesperada, pero nadie cede una posición de privilegio si no es a regañadientes.

El problema es, que si bien aquel título funciona sicológicamente a la perfección frenando a mucha gente de entrar en el negocio inmobiliario, no funciona igual de bien legalmente y a pesar de todo, algunos se atreven a montar el chiringuito sin poseer el dichoso título. Y he aquí que los “diplodocus” cometen un craso error, tirar en exceso de la cuerda. En algún lugar, creo recordar que fue en Gerona, las API locales comienzan una feroz campaña de publicidad en prensa, indicando que solo las API están autorizadas para mediar en la venta de pisos, y advirtiendo al público sobre los riesgos de acudir a los servicios de agencias no colegiadas.

Lógicamente los afectados recurrieron a los tribunales y los jueces les dieron la razón con claridad meridiana. Confirman en primer lugar, que ninguna ley daba el monopolio de la intermediación a las API y en segundo lugar, obligan a publicar la sentencia en los mismos medios y con el mismo alarde tipográfico, de modo que quedara claro que las agencias libres eran tan dignas como cualquier otra que se dedicara a intermediar en la venta de pisos.

Aquello fue el principio del fin, se confirmaba por ley que cualquier ciudadano puede abrir una Agencia Inmobiliaria con los mismos requisitos, pero no más, que se necesitan para abrir una zapatería o una peluquería. Además como las desgracias no viene solas, por la zona de Levante y la Costa del Sol quisieron poner trabas a los Real Estates, agentes inmobiliarios extranjeros, para impedir que abrieran sucursales ahí donde sus clientes querían comprar casa y tuvo que ser el entonces Mercado Común, quien recordara que en ningún país de Europa se exigen extraños títulos, para abrir agencias.

Muerto Franco se inventan las franquicias

Por último, algún avispado API, estudió a fondo el reglamento de la propia API, no vio que hubiese prohibiciones para que un API abriera sucursales, así que creó una franquicia, que por una pequeña participación en las ventas, daban un cursito con las nociones básicas del negocio y cobertura legal por si el día de mañana se demuestra que las APIs tienen razón y se necesita un API al frente del negocio.

Coincidió todo esto conque fueron desalojados de su puesto de trabajo y mandados a casa con un puñado de dinero en el bolsillo, una ingente multitud de personas, prejubiladas de las grandes empresas, ni tan viejas para poder vivir sin hacer nada el resto de sus días, ni tan jóvenes como para tener fácil encontrar trabajo en el mercado laboral. Las franquicias fueron una salida airosa a su inesperada situación. Así que las calles se poblaron de tiendas que vendían, de hamburguesas, a material de oficina, y de viajes a camisetas de diseño, regentadas por cincuentones que del negocio solo sabían lo que en un curso apresurado les había explicado el franquiciador de turno.Naturalmente en aquel batiburrillo de negocios no faltaban las franquicias inmobiliarias

El Baby Boom se transforma en boom inmobiliario

Los fastos del 92, Olimpiada de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla señalan el inicio de la crisis de confianza más profunda que ha padecido el país desde el comienzo de la democracia, a la crisis económica se une una larga sequía que asola el campo español y la corrupción generalizada que caracterizó el final del mandato de Felipe González. Los ciudadano de a pié, vemos imposible cumplir con los mínimos que exigen para entrar en la Comunidad Económica, y pensamos que terminaremos siendo sin remedio los parias infectos de Europa Occidental. Con un monumental paro del 24%, los jóvenes a lo más que aspiran es a un trabajo basura sin ingresos estables, por lo que no pueden ni soñar con endeudarse en la comprar de una vivienda y aguantan con más de treinta años en la casa de sus padres.

Sin embargo el milagro se produce, entramos, por los pelos pero entramos en EU, la economía repunta y volvemos a adquirir confianza en el futuro. Varias quintas de jóvenes extraordinariamente grandes, la Baby Boom española, contenidas durante años en el hogar de sus padres, sale a la vez a la calle en busca, ¡por fin!, de un hogar propio. Se unen a ellos, los emigrantes que han acudido al despertar de nuestra economía desde todas las partes del mundo, España de golpe gana inesperadamente cuatro millones de habitantes y todos son adultos y la industria inmobiliaria reacciona construyendo más y más casas que son rápidamente absorbidas en un mercado ávido de vivienda propia.

De la canción de Roldan al cante del Pocero

Además los jóvenes se ve obligado a comprar debido a un invento que aparentemente era bueno, pero que a la postre resultó perverso, el infernal mecanismo que se llama Cuenta de Ahorro Vivienda, les obliga a comprar a los cuatro años de haberla abierto o pagar una pasta gansa a Hacienda. Así que compran, aunque no quieran una casa. Los que estamos en el negocio desde hace tiempo sabemos bien de la visita de la pareja de jóvenes que viene diciendo algo así como, “que tiene de 25 millones”, porque los jóvenes, obligados a comprar por culpa de la famosa Cuenta de Ahorro Vivienda, no compraban lo que les gustaba o lo que necesitan, sino lo que pueden pagar con los seis millones (de pesetas) ahorrados y el máximo endeudamiento que soportan.

Las casas malas, pero baratas, desaparecieron de golpe. Recalentada la base se impulsa de una forma brutal los precios de toda la pirámide. El gobierno ahora del PP lo ve, pero también ve en la construcción alocada el motor de nuestra economía y no hace nada para enfriar la cosa.

Coincidió en el tiempo un mirar hacia otro lado de todos los partidos del arco parlamentarios para no ver lo que cocían sus concejales en los municipios con las recalificaciones y concesión de licencias de obra, hay prisa por hacerlas cosas, no vaya a cambiar el ayuntamiento y lo paren. Se une a una oferta descomunal, una demanda gigantesca que es imposible volver a repetir en un futuro, una política de fomento desaforado de compra de viviendas y unos créditos bancarios fáciles y generosos que en la realidad, no solo cubrían el 80% del valor real de la vivienda, sino el 100% y los gastos de escritura y a veces los de la rehabilitación de la viviendas de segunda mano y a medida que subían los precios,empujados por una demanda sobrecalentada, se ampliaban más y más los plazos de la hipoteca, de forma que se pudiera seguir pagando lo mismo por el mismo piso, aunque la deuda durara más y más años.

Conclusión, pisos y pisos vendidos, pues como los pisos más baratos, (o menos caros), tiene garantizada la venta sin problemas, muchos cambiaban de piso para irse a otro mejor, con lo que la venta de un piso nuevo, suponía en realidad una venta en cascada de tres o cuatro pisos usados y pisos nuevos han llegado hasta hacerse parece, hasta 900.000 al año.

Se acabo a fiesta y comienza la resaca

En estas circunstancias había negocio para las 30.000 inmobiliarias que se habían montado en el país y hasta el más tarugo conseguía vender lo suficiente, no solo para mantenerse, sino incluso para pensar en aumentar el negocio..Esto hizo que quedara oculta la dolorosa realidad, que no es de ahora, sino de hace veinticinco años y que no solo esta vigente, sino que cada vez, es más patente y conocida.

Me resulta triste tenerlo que escribir porque pertenezco al gremio, pero ocultarlo no lleva más que a practicar la técnica del avestruz, así pues vaya de una vez::.

Los Agentes Inmobiliarios no somos necesarios para que un vendedor encuentre un cliente para su piso, ni para que un comprador encuentre el piso que le gusta.

Quizá alguien pague a una agencia hasta diez veces, lo que vale el esfuerzo de poner un anuncio en Internet, quizá alguien pague el triple, porque un vendedor acompañe al posible comprador a visitar el piso, de lo que pagaría al portero por enseñarlo, pero nadie va a pagar de buena gana, una comisión sobre el precio de la vivienda, por haber encontrado un comprador para un piso, pues ese es un servicio que el cliente no necesita, pues tanto vendedores como compradores, están perfectamente capacitados por hacerlos ellos mismos..

Lo que ya Segundamano resolvió mediante un periódico de anuncios gratuitos hace veinticinco años, hoy están potenciado y aumentado por cien portales en Internet como Idealista o Fotocasa y cada día más gente, tanto propietarios de pisos, como futuros compradores, esquivan a las inmobiliarias para contactar directamente entre ellos, pues no están dispuestos a pagar porque les pongan en contacto a uno con otro, cuando Segundamano en papel, e Idealista y Fotocasa en digital, les proporcionan a precios ínfimos.

Decadencia de los “camaleones”

Finalizado el boom, algo que sabíamos que iba a ocurrir,está ocurriendo, han cerrado el 20% de las inmobiliarias en este año. Por si no fuera síntoma de decadencia suficiente, se repiten los tics de antaño, los que no han cerrado, vuelven a agremiarse como en los viejos tiempos para pedir a Papá Estado lo mismo que pedían los antiguos “diplodocus” cuando comenzaron aparecer los “camaleones”, el control de quien quiere vender mediante “un requisito de capacitación“, los montaraces “camaleones” pidiendo como los “diplodocus” al Estado que protejan su habitat, como si los demás tuvieran la culpa de que traten de vender, una mercancía que no tiene pretendientes, no porque sea mala, sino porque otros, esa misma mercancía otros la regalan.

Dado el éxito que han tenido los artistas, les aconsejaría a mis colegas más que pedir un “numerus clausus” a la Ministra de la Vivienda , que pidan a la Ministra de Cultura, que imponga un canon al ladrillo y al cemento. Al fin y al cabo, la arquitectura es un arte y se merece la misma protección que la que se da a la música, y como en ese caso, el público consigue hoy directamente en Internet, lo que antes conseguían pagando un buen porcentaje a las agencias.

La crisis está servida y como es natural nuevas especies de agencias empiezan a aparecer, pues claro está, el público no esté dispuesto a pagar, porque alguien les busque un cliente o un piso, pero no quiere decir ni mucho menos, que no esté dispuesto a pagar y mucho, por otros motivos relacionados con la compraventa de pisos, y los más astutos, en vez de lamentarse de los muchos que somos y lo poquito que vendemos, se especializan en explotar nuevos nichos ecológicos, lo que poco a poco dará lugar a la aparición de nuevas especies de agencias especializadas en la explotación de esos nichos. Pero de eso hablaremos en el próximo capítulo que con un poco de suerte, será el último de la serie.


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