Bastantes hemos pensado alguna vez en nuestra vida comprar un solar donde construir, quizá una parcela, los menos han pensado en comprar un cortijo o una gran finca, ya entra dentro de lo irreal comprar una isla al completo. Pero sabía que hay quien piensa en comprar un estado, es decir comprar la totalidad de un territorio independiente y de todos sus derechos como nación, por lo que, puesto que quien la compre es el dueño y señor, pueda hacer de mangas capirotes, y de sus súbditos, si los hubiera, esclavos si le da la gana, pues como jefe del gobierno y único representante del mismo, puede dictar las leyes que crea conveniente sin pararse a mirar minucias como si son justas o injustas.
Si nuestro más intimo sueño es llegar a ser un dictador de bolsillo, y llegar a poseer un lugar donde nuestros caprichos se conviertan en leyes, la inefable Inmobiliaria Naranja, que ya ha aparecido en este blog por sus extrañas ofertas y novedades, nos ofrece la posibilidad de comprar el “estado“ de Sealand situado en el mar del norte a poca distancia de las Islas británicas.
Hagamos un poco de historia, en 1942, en plena segunda guerra mundial, Inglaterra siente la necesidad de proteger sus costas de la armada alemana y coloca en un bajío que hay en el canal un fortín desde donde defeder la costa y el tráfico marítimo de los buques alemanes que se acerquen al Estrecho. La técnica constructiva fue crear una plataforma flotante semejante a las plataformas petrolíferas, remolcarla al punto elegido y hundirla dejándola posar sobre le fondo arenoso de los bajíos.
Construidas para aguantar los bombardeos alemanes su robustez esta hecha, y nunca mejor dicho, “a prueba de bombas”, así que finalizada la guerra quedó el islote artificial bajo soberanía británica, con un destacamento militar, hasta que en 1966, absolutamente sobrepasadas por las nuevas armas militares, pierden todo valor estratégico y el ejército británico la abandona definitivamente.
Olvidadas de la gente, vuelven a la actualidad cuando de nuevo es ocupada, para lanzar desde ellas una nueva revolución, esta vez diametralmente contraria a la anterior, la revolución del, “haz el amor y no la guerra”, de los hippies de los 1970.
Curiosamente en la democrática Inglaterra, nadie tenía derecho a montar una emisora de radio, ese medio de comunicación, así como la televisión, eran monopolio de la BBC y nadie duda de la calidad y honestidad profesional de esta institución, ni de la solidez cultural de su programación, pero la BBC se encontraba entonces con serias dificultades para contactar con los gustos de la población juvenil, que coincidia anímica y generacionalmentecon con el gusto musical de los Beatles. muy alejado de los foxtrot que se empeñaba en programar la BBC como música ligera. .
La juventud reclama una música que la BBC no proporciona, lo que provoca que aparezcan soluciones alternativas, las “radios piratas”, ¿le suena el nombre?, a oidos sordos de los estamentos oficiales, aparicion de alyernativas pseudolegales. Radios embarcadas en viejos buques con bandera de conveniencia que navegando cerca de la costa,cubren con las onda que salen de sus antenas los cielos de las Islas Británicas, llevando la música que clama su juventud, (y con ella , grandes ingresos publicitarios). Estas radios fueron perseguidas con saña por todos los medios legales a su alcance por el Gobierno Británico. De todas ellas, la más famosa fue Radio Caroline, que actualmente sigue emitiendo aunque por otros medios.
Buscando un lugar donde refugiarse del gobierno británico, otra radio, Radio City, se refugió en el viejo fortín en medio del mar, hasta que la ley inglesa le desahucia, pero en la contienda legal, se demostró que el fortín estaba abandonado en aguas internacionales y que por tanto, el Gobierno británico, no tenía soberanía legal sobre el, un “nuevo país” había nacido, Sealand.
La radio terminó cerrando, pero pronto hubo gente que vio el negocio, hacer del fortín un paraíso fiscal, la cobertura legal, para cuentas numeradas, sede de empresas fantasmas y cosas por el estilo y se llevó la sicción al punto de emitir sus propios pasaportes, sellos y moneda. Si bien puede parecer un país de opereta, la realidad demuestra que se parece más a una república bananera, en contra de lo que pudiera parecer, su historia no ha sido un baño de aceite, en su corta vida se cuentan ya, golpes de estado e invasiones militares. Si quiere saber más de su historia en la Wikipedia tiene dedicada una entrada.
Pues eso, lo dicho. Si alguno quiere como Sancho, ser Gobernador de la Insula Barateria, y tiene por ahí algunos euros de más, (en cantidad de nueve dígitos), y no se le ocurre nada mejor que hacer con ellos, esta es su ocasión de comprarla a su actual propietario el muy honorable Principe Michael Bates of Sealand.
Como en un juego de rol tendrás la oportunidad de probar tus ansias de poder o tus utopías políticas, podras ser tan implacable como el Conde Drácula, o tan bondadoso como Teresa de calcuta, fomentar el capitalismo sin freno, o desarrollar la dictadura del proletariado, montar una comuna o vivir en soledad. Cualquiera de tus sueños los podrás llevar a la práctica..
Vía .Mi primera casa