Madera que no se pudre


Tradicionalmente se protege la madera con algún tipo de tratamiento que frene la degradación que sufre bajo la acción combinado de sus enemigos naturales, desde hongos e insectos xilófagos, a la humedad y los rayos ultra violeta que poco a poco la van degradando, como corresponde a su naturaleza de materia muerta de un ser vivo..No obstante la velocidad en el proceso de degradación varía según las circunstancias.

La madera a cubierto de la intemperie, sobrevive largo tiempo con una somera protección de barnizado o pintura, si donde se coloca no hay termitas, o carcomas que la devoren, pero la madera situada a la intemperie, necesitan protecciones más intensas para aguantar el ataque combinado de la inclemencia del tiempo y los hongos e insectos y que extraen su alimento y energía de descomponer la materia viva, incorporando al ciclo de la naturaleza, las materias simples que la componen.

Los distintos niveles de riesgo que padece la madera en función de su destino, se clasifican en cinco tipos, de menor a mayor riesgo:

—- Clase 1..- Madera resguardada y protegida de la intemperie y no expuesta a humedad, como la de los muebles de interior, suelos de parquet, o vigas de la vivienda.
—- Clase 2.- Madera resguardada y protegida de la intemperie que ocasionalmente sufre una elevada humedad ambiental no persistente, como las maderas situadas en cocinas y cuartos de baño.
—- Clase 3.- Madera situada en el exterior que no se encuentra en contacto con la tierra, expuesta a los agentes atmosféricos y a humidificación frecuente. Como balaustradas de balcones, carpintería exterior, aleros de tejado, muebles de jardín y otros elementos decorativos del exterior de la casa sin contacto con el suelo.
—- Clase 4.- Madera en contacto con la tierra o con agua dulce, permanentemente expuesto a la humidificación, como empalizadas, jardineras, tarimas exteriores, cimentación de madera o postes clavados en tierra, patas de muebles de jardín etc.
—- Clase 5.- Madera permanentemente expuesta al agua salada, objetos de barcos, pantalanes, muelles y pasarelas, pilote sumergidos, etc.

En función del riesgo y de las características propias de la madera utilizada, se necesitará dar diferentes tipos de protección. Tradicionalmente, para los usos con riesgo cuatro y cinco,se han utilizado maderas tropicales como la teca que naturalmente poseen resinas y esencias que la protejen de la humedad y los hongos. La demanda creciente de este tipo de maderas ha reducido las existencias y elevado el precio, por ello, se recurre a proteger artificialmente maderas menos resistentes, aplicando tratamientos para conseguir impregnar en profundidad productos químicos que imitando la forma de actuar de las resinas naturales, defienden a la madera tanto de la inclemencia natural,como la radiación ultravioleta de la luz y sobre todo de la humedad, como de los organismos xilófagos como hongos, insectos terrestres y en el medio marino de moluscos del géneros Teredo y Bankia capaces de perforar el casco de los barcos de madera..

Existen múltiples tratamientos, como el tradicional creosotado de las traviesas de ferrocarril y postes de la luz, por pura inmersión ,la impregnación de sulfato cúprico, que tinta la madera de un cierto color turquesa, o el cocido en aceites minerales, pero de todos los tratamientos, hoy parece imponerse como el más eficaz, el tratamiento en autoclave, que permite sustituir la albura de la superficie de la madera por sustancias protectoras, envolviendo la madera con una capa protectora a la vez que se retira la albura, la parte clara de la veta, que es el tejido por donde se inicia la descomposición de la madera por ser menos resistente que el duramen, la parte obscura.

En maderas como el abeto se recomienda que se sustituya en un 65% la albura, por sustancias protectoras con una profundidad mínima de 3 mm para la madera adecuada para la Clase 3, y al 100% de la albura y en una profundidad de 6 mm para la Clase 4 y con una profundidad mayor para la clase 5 con productos que soporten el agua salina.

Para conseguir introducir los productos protectores a esa profundidad en el interior de la madera, se la introduce en un inmenso autoclave, (una inmensa olla a presión) que cierra herméticamente. En ella se la somete a un proceso en dos etapas. En la primera se hace el vacío para eliminar el aire, el agua y las resinas de las traqueidas que forman la albura de la madera abriendo el poro, para a continuación, iniciar una segunda etapa donde favorecido por haberse hecho el vacío, se introduce en el poro abierto vapores a alta presión con diferentes productos químicos que frenarán la podredumbre de la madera…

Deben tenerse en cuenta que este tratamiento penetra en la superficie de la madera más o menos profundamente, según su intensidad, por lo que en tablas y piezas delgadas la protección llega a ser total, pero en piezas de madera gruesas, como vigas o gruesos tablones, no se llega al centro. Por tanto, si cortamos o la serramos transversalmente o a lo largo una viga tratada en autoclave, el núcleo queda expuesto a la intemperie sin protección, como si no se hubiera tratado la madera, razón por la cual en las construcciones de madera con piezas gruesasque vayan a ir a la intemperie, como viviendas prefabricadas, pérgolas y muebles de jardín, conviene que el tratamiento se reciba después de haber cortada, perforada o torneado a su tamaño final la piezas de madera, de modo que en el montando posteriormente al tratamiento, las piezas sufran el mínimo de ajustes. Igualmente se deben utilizar herrajes de acero inoxidable o bronce para evitar que la corrosión de los herrajes permita crear puntos de inicio para el ataque a la madera.

El tratamiento en autoclave se suele utilizar productos que tratan de mantener, en la medida de lo posible, el aspecto natural de la madera, incluso existe tratamientos que imita el barnizado final en objetos de madera ya montados, como segmentos de verja, jardineras o piezas ya acabadas y sencillas de motar como balaustradas y pasamanos,. Hoy la demanda del público exige además de grandes estándares de calidad, la preservación de las características estéticas a la madera, como la tonalidad y el resaltado de la veta típica de cada especie.

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