Vivir en ambientes húmedos


Las posibilidades tecnológicas han hecho que, a la hora de elegir un lugar adecuado para construir una casa, despreciemos buscar las condiciones que antiguamente buscaban como ideales, condiciones ambientales, dirección de los vientos dominantes, insolación y cosas por el estilo, y plantamos nuestra casa alli donde nos parezca bien y con cualquier cualquier orientación sin mas miramiento que tener el mejor paisaje a la vista..

Tradicionalmente los lugares húmedos se consideraban insalubres y los habitantes del lugar evitaban, en la medida de lo posible construir ahí, o la menos, si tenían que vivir en un sitio así, orientaban la casa de forma que aprovechase al máximo el sol como elemento natural de desecación y se colocaban las ventanas al abrigo de los vientos húmedos. Si comparamos la función de las galerías acristalada de los viejo caseretones gallegos y la de los actuales ventanales de PVC, observaremos como ha variado la forma de entender la arquitectura debido a la existencia de nuevos materiales más eficaces.

Hoy, nada de eso se tiene en cuenta y proliferan las segundas viviendas hechas para personas, que no se fijan más que en la belleza del paisaje,y elijen para vivir los sitios mas verdes, (y húmedo, claro), para levantar sus viviendas y exigiendo al arquitecto orientar inmensos ventanales, precisamente en la dirección de donde llegan los vientos más húmedos. Así se han pasado de haber prados de buena hierba, a ser cotizadísimos solares, lugares situados al borde de la playa o en humedales en la ribera de un río, que los lugareños nunca consideraron adecuados para vivir.

Construida la vivienda en un sitio así, no habrá más remedio que solucionar el problema del exceso de humedad ambiente, o soportándola estoicamente, o gastando dinero en extraer del interior de la casa, una parte de la humedad que aporta el aire de forma natural, con el fín de dejar el ambiente a un nivel de humedad más adecuado.

Sabremos que hay que tomar este tipo de medidas si en el interior de la vivienda, sobre todo después de una temporada de haber estado cerrada la casa, se da alguno de los siguientes síntomas:

—- Se enmohece la ropa dentro de los armarios o estos tienen olor a moho
—- Aparece moho en muebles barnizados o huelen a humedad los muebles tapizados
—- Hay condensación de agua en las paredes, en especial en las pintadas con pintura plástica o cubiertas de cerámica, cristal o espejos
—-. Se pudre la madera en el interior de la casa
—- Se oxidan los hierros del interior de la casa, clavos en la pared, electrodomésticos, se pierde el cromado de los grifos, etc.
—- Si colchones y mantas resultan desagradablemente húmedos el primer día de dormir en la casa después de una temporada fuera.
—- Al fregar los suelos con una mopa, tarda en secarse más de una hora, o la ropa tendida, no se seca si el día esta algo nublado.
—- Incluso en verano, la hierba del jardín aparece húmeda a primera hora de la mañana, hasta el punto de mojar el bajo del pantalón.

El exceso de humedad ambiental no solo es molesto,es peligrosa para las personas. En un ambiente húmedo proliferan los hongos y los ácaros, que complican enfermedades respiratorias como asmas, bronquitis y rinitis, en especial a personas propensas a enfermedades en las vías respiratorias y deben evitar especialmente este ambiente, las personas asmáticas o con problemas de reumatismo. Por otra parte, el exceso de humedad hace más patente la sensación de frío desapacible en invierno, mientras que en verano se transforma el calor en pegajoso y asfixiante.

Pero la humedad no es solo un problema sanitario o de confort, también lo es económico y estético, estropea muebles, maderas, y pinturas, ataca a los tejidos y a los metales acortando la vida del equipamiento de la vivienda También las termitas y carcomas encuentran en ambientes cálidos y húmedos el lugar ideal para proliferar y agredidir a cualquier madera tanto de muebles como viguería o tejados. Y el problema no solo se centra en viviendas, también las tiendas y negocios sufren fuertemente sus perjuicios, estropeandose la mercancía almacenada o si tiene buena protección, atacando los embalajes y etiquetas.

Para combatir la humedad hay unos aparatos muy eficaces llamados deshumidificadores, que condensan el vapor de agua del ambiente haciendo que “llueva” dentro de ellos, su funcionamiento es muy similar al de los acondicionadores, que también condensan humedad del ambiente. Los deshumidificadores suelen basarse en uno de los siguiente principios el de la refrigeración y el de la desecación.

Los refrigeradores son similares a los acondicionadores de aire, solo que al contrario que ello, en estos aparatos la misión es condensar el agua, siendo el enfriar el aire algo no buscado, por tanto se optimizan para que el consumo de energía se aproveche en extraer agua de la atmósfera y no en enfriar el aire.

El aire húmedo se comprime y enfría por debajo de la temperatura de rocío. El vapor se condensa en forma de agua como si apretáramos una esponja. Se extrae del agua del aparato, y el aire frío pasa a otra área donde enfría el gas que refrigerará mas aire al entrar, recuperando buena parte de la energía gastada en enfriar el aire, devolviéndolo a la habitación a la temperatura ambiente, pero sin humedad. Son los equipos habituales en viviendas y locales de negocios cuando la temperatura media oscila al rededor de los 20 grados.

Los desecadores extraen la humedad en locales con temperaturas mucho mas bajas, como salas frigoríficas, secaderos de derivados cárnicos y sitios similares y se basan en el principio de absorción de humedad por un producto químico que sea ávido de humedad como algunos geles, pero que a su vez la pierda con facilidad en un lugar seco, suele situarse este producto en un disco que actúa de filtro en dos circuitos de aire diferentes el que procede de la cámara frigorífica o recinto a desecar que penetra muy húmedo y que después de atravesar el filtro vuelve seco después de ceder la humedad al gel y en el otro circuito que entra aire caliente seco que al atravesar el disco seca nuevamente el gel para un nuevo ciclo. Rara vez este sistema se utiliza a temperatura ambiente.

Hace poco se patentó un deshumidificador que utiliza el efecto Peltier que refrigera sin necesidad de compresores con lo que se reducen las partes móviles y el ruido originado, y resulta ser más ecológico,pues no utiliza gas refrigerante, aun que no he encontrado aún aparatos comercializados con este sistema.

Como ocurre con los refrigeradores, hay aparatos fijos instalados en el edificio que desaguan en una tubería o en el exterior del edificio y otros portátiles que acumulan el agua de condensación en un depósito que hay que vaciar periódicamente y se pueden trasladar de una habitación a otra. Si el problema es pequeño y localizado, quizá sea suficiente una aparato para desecar una determinada habitación los días excepcionalmente húmedos, pero si la casa está construida en un sitio con alto grado de humedad, resulta más adecuado montar una instalación fija similar a la calefacción o la del aire acondicionado, pues el aire húmedo se desplazará por el interior de la casa de un habitación a otra y de poco vale secar una habitación solamente.

Un caso especial es utilizar un deshumidificador para secar la ropa en zonas húmedas, como la cornisa cantábrica. Se coloca el tendedero en una pequeña habitación y un deshumidificador elimina la humedad de la ropa con mejor rendimiento que las tradicionales secadoras, que en cambio funcionan mejor en climas secos

El porcentaje de humedad relativa adecuado para el confort y la salud está entre un 45% y un 55% independientemente de la época de año en la que estemos, o la temperatura que haya En un ambiente con el 80 % de humedad, fácilmente alcanzable al lado en la ribera de un río umbrío, o en primera línea de costa, los deshumidificadores de una vivienda de 100 m2 pueden retirar del aire más de 15 litros de agua diarios.

Es como si viviéramos en una casa a la que diariamente dejáramos caer gota a gota tres cubos de agua al suelo y dejáramos que se sequen al aire. En estas condiciones lo mejor es una instalación fija que cubra gran parte de la casa durante unas horas al día, incluso aun no estando habitada, hasta reducir la humedad ambienta a niveles tolerables. Normalmente los buenos equipos se pueden programar y paran automáticamente cuando la humedad baja de determinado valor.

Así mismo, los deshumidificadores en su proceso de renovación y circulación forzada del aire de la casa, pueden combinarse o complementarse con sistemas de calefacción o refrigeración devolviendo en un único proceso, aire seco y climatizado. Todas estas variantes hace que sea difícil a un lego en la materia, seleccionar el equipo más adecuado. Además, hay otros factores a tener en cuenta, como el tamaño de los equipos, la capacidad de absorción, el consumo, los gastos de instalación y todo ello en función de la humedad y temperatura media de el sitio donde esté situada la casa.

Para dar respuesta adecuada a cada una de estas variables hay diversidad de modelos, capacidades y potencias, por lo que la selección acertada es cada vez más compleja Conviene por ello ponerse en manos de un profesional competente y honrado, para que decida cual es la mejor solución en nuestro caso. Un vecino satisfecho del trato recibido en la solución de su caso, puede ser una buena guía para dar con ese especialista.

El artículo está orientado a la mejorar del ambiente en las viviendas, pero hay muchos otros lugares donde controlar la humedad es crítico y el deshumidificador es un aparato obligado, por ejemplo en museos que ofrezcan piezas delicadas, en hospitales, en salas de SPA, Jacuzzi, piscinas cubiertas y lugares similares, en secaderos industriales de todo tipo tanto naturales como frigoríficos, en almacenes de productos higroscópicos como, grano, papel, telas etc,

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