Aunque nos parezca que estamos fuera de temporada por el tema que tocamos, es un buen momento de ponerse manos a la obra si tenemos pensado instalar para este invierno un nuevo sistema de calefacción, ya que tenemos tiempo suficiente para efectuar la instalación sin agobios.
A modo orientativo expondremos los diferentes sistemas de calefacción más utilizados y con ello podréis valorar cuál se ajusta más a las exigencias de cada uno, teniendo en cuenta algunos puntos que muchas veces dejamos escapar.
El sistema de calefacción más utilizado actualmente es la caldera conectada a radiadores de agua, las calderas que conocemos pueden ser tanto de gas como de gasóleo, las de gas sólo necesitan una caldera y una conexión de gas ciudad, en las de gasóleo hace falta la caldera y un depósito de considerables dimensiones que puede presentar un problema en cuanto a la falta de espacio. La ventaja con este tipo de calderas es que sólo pagas cuando consumes, sin embargo, con el gas nos obliga a pagar unos mínimos mensuales.
Existen calderas mixtas para estos sistemas en los que conseguimos, no sólo calentar nuestro hogar sino que además nos proporcionan agua caliente sanitaria con un sólo aparato, algo ideal para el ahorro tanto en espacio como en economía. En estos tipos de instalaciones, particularmente con los radiadores, nos podemos encontrar con la dificultad de ubicarlos en el sitio adecuado afectando a nuestra comodidad y además, estéticamente tienen una vida limitada y siempre tendremos que soportar su presencia.
Con radiadores tenemos otro sistema, el eléctrico de bajo consumo, donde sólo necesitamos una conexión de corriente evitando así la caldera y las tuberías, teniendo en cuenta que posiblemente tengamos que contratar más potencia en nuestro contador, porque sustituimos el consumo de gas o gasóleo al consumo eléctrico, así que aumentará considerablemente.
Podemos evitar los radiadores con la calefacción radiante, este sistema se instala bajo el suelo y lo tenemos eléctrico o de tubería de agua. La instalación es muy aparatosa, en caso de que no sea obra nueva hay que levantar el suelo. La calefacción radiante no se ve ni ocupa espacio y su calor repartido por toda la superficie consigue una distribución calorífica más homogénea.
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