La amenaza «poyaké»


reformaEl otro día, tomando un café con un conocido, me confirmo una de mis impresiones sobre la actual crisis inmobiliaria. Y es que algo esta cambiando, aunque no necesariamente para mal en su caso.

Su empresa, dedicada al mundo de la escayola, el pladur y demás, trabaja tanto para constructores como para particulares. Cumpliendo Pareto, aproximadamente u 80% de su facturación corresponde a los primeros, mientras que cerca de un 20% corresponde a los segundos. La empresa es de reducidas dimensiones, y no me lo sabe cuantificar, pero tiene claro que, el margen en euros que le aportan ambos sectores esta mucho más equilibrado, pues los promotores le aprietan mucho más. Y respecto al riesgo, es evidente que aún teniendo más morosillos particulares, asume mucho más con los constructores.

Pues bien, tal y como yo le había comentado en una ocasión, esta viendo como su facturación a constructoras esta cayendo. Y mucho. El frenazo de la obra nueva se nota, y el no se va a escapar de esta situación. Sin embargo experimenta una fuerte subida del mercado de los particulares, vinculado al mercado de reformas y rehabilitaciones en hogares particulares. Este mercado se le esta disparando, y a pesar de tener una bajada de volumen, gana bastante más y con menos riesgo y estructura.

En mi opinión, este movimiento estaba cantado. Si una familia no puede cambiar de vivienda ante un entorno hostil de precios, tipos e inestabilidad económica no se quedará mano sobre mano. Lo más normal es que si esta condenada a seguir viviendo en el mismo inmueble, procure mejorar, en la medida de lo posible. O como dicen en el argot, actualizarlo. No hablo de grandes reformas pero si de pequeñas reformas, casi mas vinculadas a lo psicológico y a la apariencia, que a la estructura. Se incrementará lo que invirtamos en pintura, en escayolas, en barnizados, en pequeña albañilería. Si antes no nos preocupábamos de ello porque cambiamos de vivienda como de coche, ahora no es así. El mercado de las reformas se va a disparar.

Y llegado este punto, me parece interesante el post de Manga Abogados que linko más abajo. Poca gente quedará por saberlo, pero estas reformas suelen ser duras en lo emocional (retrasos, incumplimientos, etc..) y fruto de disputas financieras. Me refiero a algo tan simple como las desviaciones en los presupuestos. La gente de Manga Abogados nos recuerda lo fundamental que es la redacción de un buen contrato. No me refiero al típico de adhesión que aporta el gremio, que obviamente va a su favor. Hablo de uno realmente consensuado, donde se fije que tipo de presupuesto se da (por unidad de medida / cantidad alzada), clausulas de penalización, designación de jurisdicción, etc…

Lo típico que te suele decir todo el mundo es que tiene un contrato de precio cerrado. En la práctica son escasos, casi todos admiten modificaciones. En el mejor de los casos las mencionadas modificaciones (al alza of course) exigen nuestro consentimiento. Y aquí es donde surgen los famosos poyakés. Es cuando se te acerca el encargado de la obra, al que nunca ves cuando realmente lo necesitas, y te dice con ojitos lastimosos: poyaké estamos haciendo esto quedaría muy bien…., poyaké levantamos eso deberíamos aprovechara para sanear….

Esos poyakés suelen sumar fuertes desviaciones presupuestarias al finalizar la obra. Es más, muchas veces es posible que para nosotros sean poyakés, pero el del gremio tenía muy claro cuando dio su presupuesto que muchos de ellos iban a surgir, algunos imponiéndose de un modo ineludible para el avance de la obra. Por ello, recomiendo una fuerte disciplina,discutiendo a cara de perro cada uno de ellos, valorando cuando nos están intentando meter conceptos que deberían estar incluidos dentro del presupuesto original, cuando se trata de mejoras realmente necesarias, valiosas e imprescindibles, y cuando se trata de meros temas secundarios que lo único que harán será sangrar nuestro bolsillo.

Poyaké lo cuento, conviene que le deis una vuelta.

Vía | Manga Abogados

Foto | _oliver h_


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